Hacer el amor con otro hombre distinto a tu compañero o con una mujer, con muchos hombres o en lugares insólitos… Estas son las fantasías femeninas más extendidas y que ya no dudamos en revelar a nuestras amigas o a nuestro compañero.Pero hay otras, menos confesables, que tenemos algunas de nosotras. Se trata del más tabú de entre todos ellos: el fantasma de la violación. Generalmente se acompaña de un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza para las que lo tienen y de una gran incomprensión, incluso de desprecio por quienes reciben esta confidencia.
Cuidado, antes de juzgar o de agobiarse, hay que entender y aceptar los complejos mecanismos de la imaginación erótica de cada uno. Es importante también matizar que las fantasías de violación no son aquellas en las que una mujer sea tomada por un desconocido cualquiera en una escalera y penetrada salvajemente. Muchas de las fantasías de violación implican simplemente una situación menos violenta en la que un hombre intenta imponer su sexualidad a la mujer, y esta se resiste. Incluso en ocasiones la mujer desea en el fondo en la fantasía tener sexo, pero hay circunstancias que evitan que dé su consentimiento.
Algunas de las causas de las fantasías son:
- Apertura a experiencias sexuales. Cuanto más abierta esté la mujer a nuevos mundos eróticos más frecuentemente tendría fantasías de violación
- Deseabilidad sexual. Como el resultado extremo de ser deseada muy intensamente es el deseo del hombre de violar, las mujeres que quisieran sentirse más deseadas serían las que tendrían más esta fantasía.
- Evitación de la culpa por el deseo sexual. Como la mujer siempre ha sido enseñada a reprimir la muestra de que desea el sexo, la fantasía de violación permite que ese deseo emerja sin culpa de la mujer.
La fantasía no es lo mismo que la realidad. Tener fantasías de violación, ( incluso cuando son exclusivamente eróticas ) no tiene nada que ver con desear ser violada en la realidad. Pero las fantasías son importantes. Conociendo nuestras fantasías conoceremos la profundidad de nuestras almas y de nuestros deseos.
Posted: Julio Enrique Tovar Marquez
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