Las Feromonas

Cuando carecemos de conocimientos, somos como un ciego que no sabe por donde caminar. Cuando hablamos muchas veces de sexo automáticamente antecedemos en concepto del acto sexual que vendría siendo besar, tocar, masturbar y/o penetrar. No es que sea un concepto errado pero hay muchas mas cosas que complementan el hecho del deseo sexual. ¿Por que hacemos este preámbulo? Para que exista el deseo sexual, acto sexual y/o momento sexual debe existir algo que muchos desconocemos que se llaman las Feromonas, estas las destilan tanto hombres como mujeres cuando sienten mucho deseo sexual por el sexo contrario o el mismo sexo y esa persona lo percibe y lo siente acarreando automáticamente que se de el coito. Solemos pensar que en el deseo sexual solo influye en aquello que vemos, pero dejamos a un lado que nuestro cuerpo funciona de maneras complejas y que en la atracción sexual influyen además otros factores como el olor, el tono de voz, el contacto, entre otros, haciendo que todos los sentidos entren en juego. Las feromonas son sustancias químicas secretadas por el cuerpo de animales y humanos, en el reino animal se usan para comunicarse con miembros de una misma especie con el fin de enviar todo tipo de mensajes: desde señales de apareamiento hasta alertas o instrucciones.

Las feromonas no huelen, no tienen un aroma específico que pueda ser identificado por nadie. Las mismas son percibidas por el órgano vomeronasal, un auxiliar del olfato ubicado en el hueso Vómer, que está entre la nariz y la boca, y que cuenta con neuronas capaces de distinguir las sustancias químicas, como por ejemplo las feromonas. Una vez que el órgano vomeronasal capta las sustancias químicas envía un mensaje al hipotálamo, ubicado en nuestro cerebro, lo que genera respuestas físicas y emocionales en el individuo, o al menos esto es lo que algunos científicos creen. Las feromonas son una buena forma de explicar cómo muchas veces alguien puede resultarnos poderosamente atractivo o sexual sin que podamos explicar el por qué. Como hay olores en una persona que nos enloquecen, y partes del cuerpo, como detrás de las orejas, que nos cuesta mucho dejar de besar una y otra vez.

No hay amor sin instinto sexual. El amor usa de este instinto como de una fuerza brutal, como el bergantín usa el viento. José Ortega y Gasset 1883-1955 Filosofo 

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